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Sobre la cuestión del Orgullo

Actualizado: 18 abr 2021


 

Cada año, a medida que nos acercamos al 28 de junio, se hace más común encontrar publicaciones en redes sociales, noticias, cambios de imagen en grandes empresas o instituciones estatales, salidas de clóset de celebridades o incluso escenas nunca antes vistas en series o programas de televisión. Todo esto con motivo de la celebración del Mes del Orgullo LBGTI, algo a lo que la población heterosexual está poco habituada y para quienes, en algunos casos, se torna en una saturación de arcoíris por todas partes.


Collage publicado en https://forbes.co/2020/06/25/negocios/15-empresas-que-estan-vistiendo-sus-logos-con-el-arcoiris-de-pride-2020/

No es la excepción ver pronunciamientos —aunque se limiten a cambios de imagen/logo— en grupos dedicados principalmente al debate o la promoción del ateísmo. Y es en redes sociales donde encontramos, aunque en menor medida que en los grupos teístas, las manifestaciones homofóbicas[i] de personas no creyentes que consideran que los ateos no tienen por qué tratar este tipo de temas.

La excusa general radica en que se está imponiendo una manera de ver el mundo, que se les está obligando a aceptar algo que está mal. A veces, aparece la mención a la supuesta ideología de género y hasta encontramos el comentario que afirma que apoyar la diversidad sexual significa atrasarnos como sociedad. Muchas de estas expresiones se excusan en la libertad de expresión.

Aunque no alcanza el tiempo ni el espacio para responder a todas las preguntas u objeciones de los que no son homofóbicos pero simplemente no les gusta esa vaina, es pertinente plantear algunas dudas o reflexiones sobre el tema.

Una de las cuestiones principales, resultante de los debates con las personas que de seguro no han llegado hasta esta parte del texto, es la negación de la homofobia como fenómeno. Para ellos, eso no existe y, mientras lo repiten una y otra vez, no dudan en asegurar que la homosexualidad es una enfermedad mental, algo antinatural, un desorden hormonal, [insertar excusa conservadora sin citar a dios], etc. Si partimos de que la homofobia es un miedo irracional a las personas homosexuales (u otro tipo de minoría sexual) puede que tengan dificultades para decir que efectivamente existe pues estoy seguro de que no han visto a alguien en la calle gritar algo como ¡auxilio, acabo de ver a una lesbiana y no puedo del susto! Claro, los demás tenemos que hacer la tarea por ellos, así que para librarlos de la ignorancia, vamos a demostrar que incluso, ese tipo de casos tan aparente surreales existen (o al menos son reconocidos legalmente, lo que ya es mucho decir).

La estrategia de Gay Panic Defense (algo así como “Defensa de Pánico Gay”) es una práctica legal que intenta justificar, en los juicios por violencia o incluso asesinato, que la orientación sexual o identidad de género de la víctima fue lo que ocasionó el crimen[ii]. Usualmente el acusado utiliza esta herramienta al explicar que, tan pronto como supo que la víctima era L, G, B o T, reaccionó con tanto pavor que terminó agrediéndola o asesinándola sin intención. Quienes usan esta estrategia están aceptando que su miedo a los LGBTI es tal que los hace tener comportamientos irracionales, algo que ya hemos definido como homofobia. ¿Difícil de creer? Dejo aquí una explicación más detallada.

Claro, esa definición tan rígida de homofobia no es a la que hacemos referencia cuando tildamos a alguien de homófobo, sino a algo que pasa por tratarnos de enfermos mentales o depravados, impedirnos igualdad ante la ley, retirarnos el apoyo familiar y un largo etcétera que no se expresará en este texto.

Pasemos entonces, a la idea de imposición o promoción del estilo de vida homosexual. No sé, sinceramente, por dónde empezar a desempacar tanta basura pues tiene muchas aristas. Lo más sencillo es preguntarles a ustedes, los heterosexuales que siguen leyendo esto, ¿cómo se sentirían si toda su vida hubieran crecido en un entorno que únicamente valida relaciones homosexuales tanto en la familia como en el colegio, la iglesia, los servicios de salud, el Estado o hasta la televisión y de repente un mes empezaran a ver aquí y allá manifestaciones de compañías, instituciones y grupos de personas que con una sola imagen reconocen que ustedes existen, que los aceptan y les dicen que ser heterosexuales no es impedimento para que accedan a productos o servicios? ¿Qué les hace pensar a algunos de ustedes que cambiar el logo de una página de Facebook por los colores del arcoíris implica que deben volverse homosexuales? ¿Cuál es el supuesto estilo de vida que se promueve/promociona al reconocer las dificultades por las que históricamente han tenido que pasar las minorías sexuales?

...no soy gay pero los apoyo, no soy trans pero estoy acuerdo, soy heterosexual pero los respeto...

Siempre existe la posibilidad de sacar la carta mágica de la libertad de expresión. Asunto que se utiliza como permiso para decir cualquier cosa sin asumir las consecuencias. Y es cierto que muchos de nosotros (tanto heterosexuales como disidentes sexuales) podemos no habernos acostumbrado a discriminar, pero sí a hacer silencio al presenciar estas actitudes.

Puede que en ocasiones nos encontremos con quien necesita explicar por qué no es homofóbico pero aún así le molesta o quien para poder hacer un comentario de apoyo necesite primero definir lo que es o lo que no es (no soy gay pero los apoyo, no soy trans pero estoy acuerdo, soy heterosexual pero los respeto, etc).

Bien es cierto que el ateísmo, en su definición más sencilla, implica meramente prescindir de la creencia en un dios o un ser sobrenatural. No obstante, la mayoría de las agrupaciones de ateos se reúne en torno a una variedad de temas que sobrepasan la simple oposición a la religión. Entre lo que nos reúne está la defensa de los Derechos Humanos, el razonamiento crítico, la promoción de la ciencia, la laicidad y una variada colección de temas que no excluyen por definición lo relacionado con la diversidad sexual.

Claro, ser ateo tampoco implica, por defecto, que se confíe en la ciencia ni que se piense de manera crítica. Lo que sí es cierto es que en comunidades como la Asociación de Ateos de Bogotá priman varios de estos valores y en tanto tenemos confianza en la ciencia, logramos entender que muchas veces la justificación para la discriminación (de diversa índole) obedece más a estereotipos o prejuicios que no se quieren abandonar y menos a argumentos válidos que hayan sido contrastados o validados por la comunidad científica.

La reflexión, claro está, no acaba aquí ni en redes sociales. Revisando la producción científica y académica —que ya ha sido capaz de invalidar la excusas para discriminar— podemos elevar el nivel de la discusión y encontrar que desde un principio no se trataba de si ser LGBTI está bien o mal sino de qué tanto somos capaces de aceptar la realidad o si preferimos rendirnos a la disonancia cognitiva que nos impide reconocer al otro como un interlocutor válido.

 

[i] Aquí se incluye, para efectos del artículo, no sólo fobia a la homosexualidad sino, en general, a las orientaciones sexuales y/o identidades de género no hegemónicas. [ii] Para mayor información, consultar https://www.americanbar.org/groups/crsj/publications/member-features/gay-trans-panic-defense/

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