Por: Guillermo Rico Reyes
Hace algunos días, a las «personas con ideas» se les ocurría una idea brillante: volver la semana laboral de cuatro días, de esta forma se podría controlar mejor la situación económica que ha dejado los encierros obligados para protegernos de la pandemia.
Entonces, otro personaje propuso que los festivos fueran de 4 días y no de tres, como lo obliga la ley Emiliani, quien fue el padre de la patria que propuso pasar los festivos al lunes siguiente de la semana en que tradicionalmente caía ese festivo.
Por su puesto, no podía faltar el imbécil, disculpen la suavidad de mi lenguaje, realmente debería decirle lo que merece, pero por respeto a los lectores no lo haré, este «poco-ceso» aseguraba que los ateos no tendríamos posibilidad de disfrutar de ese cuarto día, para él, ni siquiera deberíamos gozar de los festivos religiosos.
Indudablemente este «hombre con ideas» desconoce el código sustantivo del trabajo y los derechos adquiridos, pero también ignora que son muchas las religiones que, en el caso de la virgen, no se creen el cuento, entonces tendría que hacer una investigación para determinar cuántos colombianos creen en la virginidad de la mamá de Jesús, solo reconocida por los católicos, o cuantos judíos existen en Colombia para que salga una ley que nos prohíba celebrar o descansar en un puente festivo religioso o religioso-virginal.
En una emisora de esas que se creen los dueños de la verdad absoluta y propietarios de la mayor audiencia, también aseguraban que los ateos tenemos doble moral porque celebramos la navidad, que es una conmemoración del nacimiento de Jesús, al mismo que en solo tres meses asesinan en una cruz y después resucitan en tres días, y que en todos estos casos disfrutábamos de esos días de descanso. Pues ¡sí!, lo hacemos… y de qué manera, con fornicación, vino y gula.
En mi caso, nunca asisto a los rezos que hacen en torno de un pesebre, las veces que lo hice, más por compromiso, trague sin ningún reato, hasta la saciedad… con gula, menos… eso sí, la horrible natilla de la que siento algún tipo de repulsión desde que era niño.
No se imaginan el placer de lo que para mí significa eso de «el marranito que había comprado desde noviembre para engordar… ya de las patas bien amarrado empiezan todos a disfrutar…» y soy ateo, también estoy seguro que no faltará aquel «con ideas» que proponga la prohibición de ese placer que genera un chicharrón de seis vagones bien tostado, o el cocido boyacense en donde terminan las orejas y la geta del ‘carebajito’.
Ese placer deben prohibírselo los creyentes, porque la gula es un pecado capital… y deben ser obedientes a las leyes que ellos mismos convirtieron en sagradas, más aún les propongo que se flagelen, como los del Opus Dei, que utilizan púas que se entierran en el pene cuando tienen una erección. Así de radical. La muerte en la cruz de su líder no es para comer sin medida, bueno tengo que reconocer que en la resurrección tal vez sí.
Quise referirme a estas celebraciones con comida y todo para recordarle a los que piensan así que eso es un delito, se llama discriminación por motivos de creencias y son castigadas por el Código Penal.
Dice el art. 522 del C. P.:
Incurrirán en la pena de multa de cuatro a diez meses: 1.º. Los que, por medio de violencia, intimidación, fuerza o cualquier otro apremio ilegítimo impidan a un miembro o miembros de una confesión religiosa practicar los actos propios de las creencias que profesen, o asistir a los mismos. 2.º. Los que por iguales medios fuercen a otro u otros a practicar o concurrir a actos de culto o ritos, o a realizar actos reveladores de profesar o no profesar una religión, o a mudar la que profesen.
Yo les propongo a todos estos puritanos «con ideas» que gasten sus energías para la construcción de un país con democracia, justicia social y jurídica, pero, muy especialmente, con TO-LE-RAN-CIA que es lo que realmente le falta a nuestra nación y que ustedes con sus minuciosidades solo logran revivir y agudizar las diferencias. Les recuerdo que el odio es otro de los pecados que castigan sus santos escritos.
Comments