Hace algunos años, mientras asistía a un culto en la iglesia Misión Carismática Internacional, hoy mejor conocida como G12, escuché a una pastora hablar sobre el apocalipsis y esas predicciones de un mundo horrible del cual los cristianos se salvarán. Hablaba, entre otras cosas, de armas que hacían que la lengua se derritiera en la boca de las personas mientras sentían la agonía de morir lentamente. Aunque no recuerdo todas las estupideces que dijo, sí me quedó en la cabeza una muy clara, tanto que casi recuerdo sus palabras exactas. Decía algo cómo “hermanos, ya encontraron la cura para el SIDA: son los ni-tratos. Ni-tratos con lesbianas, ni-tratos con homosexuales, ni-tratos con prostitutas…” y me parece que no mencionó otro grupo poblacional, pero mis vagos recuerdos me indican que en ese momento una cierta ovación que goza de excluir a los demás reaccionó a sus “inspiradoras” y “obvias” palabras.
A pesar de las herramientas con las que contamos hoy día para prevenir el contagio por VIH, el estigma persiste sobre el contagio por el hecho de tratar con personas que han sido identificadas como parte de los grupos de riesgo (aunque todavía no entiendo qué hace la palabra lesbianas en los ejemplos que dio la pastora). Y, además del estigma social de personas que no tienen idea de lo que el VIH es, se suma la desinformación que deliberadamente reparten desde las iglesias.
Los comentarios que uno descubre en los fieles cristianos difícilmente pueden ser considerados inocentes y, puesto que el dios que han creado casualmente odia a los mismos grupos de personas que ellos, es evidente que sus pronunciamientos están lejos de tener alguna buena intención.
Pero, suponiendo por un momento que sus intenciones son buenas, surge la pregunta sobre por qué observando la evidencia del comportamiento sexual de las personas y las estrategias de prevención de ITS siguen recomendando cosas absurdas al punto de poner en riesgo a las personas, especialmente a los niños.
Recientemente la pastora Damares Alves, actual ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos de Brasil decidió promover una campaña de educación sexual basada en la abstinencia[1]. Esto fue evidentemente criticado porque lo que hace es negar el deseo sexual de los jóvenes, prácticamente anular la discusión sobre el goce responsable de la sexualidad y, además de ello, dificultar la prevención del embarazo adolescente o la propagación de ITS.
La abstinencia ha sido la recomendación número 1 de los religiosos para prevenir cualquier cosa indeseada que tenga que ver con la actividad sexual. Incluso algunas iglesias han optado por “aceptar” a los fieles homosexuales siempre que sean “homosexuales no practicantes”. Para ellos, sentir atracción por personas del mismo sexo pero no actuar conforme a ello es suficiente para salvarse del fuego eterno y, por supuesto, mantener una vida sexual saludable. Pero, si hablamos del factor salud, ¿qué ocurre si se tienen relaciones sexuales sin protección con una pareja heterosexual contagiada con, digamos, sífilis? ¿Nos salvará algún dios de manera automática porque estamos cumpliendo con su mandato moral? ¿Qué hay de las mujeres que han estado en una relación larga, estable y duradera que sólo descubren que tienen VIH después de que su marido las ha abandonado y estas se encuentran enfermas? ¿No se supone que por ser buenas esposas su dios debería protegerlas?
Si aceptamos el hecho de que los adolescentes terminarán iniciando su vida sexual antes de ser mayores de edad la mejor fórmula no es pedirles que resistan con todas sus fuerzas a la tentación, sino darles las herramientas para evitar que ese inicio de la sexualidad sea saludable y, ojalá, sin embarazos no deseados. Algo contrario, por supuesto, a lo que la iglesia promueve.
En Argentina, por ejemplo, hubo un debate en 2018 en torno a un proyecto de ley que pretendía hacer que la educación sexual integral fuese obligatoria en los colegios. La iglesia, esta vez dándoselas de muy progresista apoyó la iniciativa de promover la educación sexual pero con la salvedad de que esta debía estar alineada con la que se les diera en el hogar y con la libertad religiosa de las instituciones[2]. Esto, por supuesto, abriría la puerta a que casi ningún niño recibiera educación sexual y que, a quienes se les impartiera, no se les diera de manera integral. Es decir, a que la ley estuviese anulada en la práctica. Para la iglesia, si la educación sexual que se da en los hogares es relevante o no, es cosa sin importancia: los padres pueden dedicarse a enseñarle a los hijos a acosar a las mujeres y las madres enseñarles a las hijas que las que abortan son unas asesinas de bebés.
Observando esta situación, uno hasta podría pensar que hay un evidente conflicto de intereses cuando la iglesia (especialmente la católica) participa de este tema. ¿Por qué? Bueno, pues en Argentina dio la casualidad de que tan pronto empezaron a brindar educación sexual integral a los niños, aumentaron las denuncias sobre delitos contra su integridad sexual. Además de esto, se encontró de 8 de cada 10 de las denuncias fueron posibles porque los niños asistieron a una de esas clases[3]. Me imagino qué ocurriría si todos los niños acosados por curas recibieran esta información a tiempo… ¿quizá una escasez de personal en las iglesias? Quizá valga la pena recordar que algunos sacerdotes se atreven a decir cosas como que la pedofilia no mata a nadie, mientras que el aborto sí[4].
En España, en tiempos de Pedro Sánchez y el primer gobierno de coalición desde el regreso de la democracia, también se ha puesto un grito en cielo porque supuestamente la educación sexual está adoctrinando a los niños en la ideología de género. Allí, la iglesia también se mostró en cierto tono liberal pero se argumentó que lo que debía primar era el derecho de los padres en caso de que el conflicto con lo enseñado por los colegios sea irresoluble.
En términos generales, se ha dicho de todo de disparates sobre la educación sexual para los niños y niñas. El grupo Con Mis Hijos No Te Metas (CMHNTM) ha dicho, entre otras cosas, que lo que se hace es mostrar pornografía en los colegios.
Para la desgracia de muchas personas, quizá inocentes, mientras haya miembros del Opus Dei diciendo que el SIDA traspasa la cerámica o católicos oponiéndose al uso de condón a pesar de que, según lo que ellos mismos dicen, “el nivel de eficiencia teórica del condón en la prevención de la transmisión del VIH es de una reducción relativa del riesgo del 80 – 90%”[5], las ITS seguirán propagándose, continuarán los casos de embarazos no deseados y se mantendrán en las sombras los casos de abuso de abuso sexual por parte de curas. Para colmo de males, esto afecta principalmente a las personas con pocos recursos que, usualmente, son las principales donantes de diezmo.
[1] https://actualidad.rt.com/actualidad/342256-gobierno-brasil-campa%C3%B1a-abstinencia-sexual-jovenes [2] https://www.infobae.com/sociedad/2018/10/03/si-a-la-educacion-sexual-dice-la-iglesia-catolica-citando-al-papa-francisco/ [3] https://www.clarin.com/sociedad/80-ninos-ninas-adolescentes-denunciaron-abusos-despues-tener-clase-esi-escuela_0_YZopzkpI.html [4] https://www.publico.es/sociedad/sacerdote-rhode-island-pedofilia-no-mata-nadie-y-aborto.html [5] http://es.catholic.net/op/articulos/9616/cat/335/el-condon-o-preservativo-es-ineficaz-para-prevenir-el-sida.html#modal
Por SJ.
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